Mateo retiró su brazo del agarre de Luciana y dijo con voz indiferente:
—He bebido y no puedo conducir. Tengo que volver a la oficina, regresa tú sola a casa.
Fernando llegó con el lujoso Rolls-Royce y Mateo se marchó, dejando a Luciana sola en el lugar, quien, lejos de enfadarse, parecía muy contenta.
Mariana se acercó en ese momento, pisoteando furiosa:
—¡Luciana, esa mujer estuvo escribiendo cartas de amor para seducir a Luis, qué descarada!
La carta no era de Valentina, sino que ella había hecho que Joaquín la preparara, aunque esto no se lo había contado a Mariana. Era un plan perfecto: conseguía juntar a Valentina con Luis y hacer que Mariana la odiara aún más.
—Mariana, ella no está a su altura, pero los hombres son así, siempre deseando lo que no pueden tener. Créeme, en unos días se aburrirá de ella.
Realmente era lo que pensaba, estaba esperando el día en que Luis la abandonara. Hombres como Mateo y Luis podían quedar momentáneamente deslumbrados por una cara bonita, pero sol