La recepcionista sintió que en ese momento los matrimonios arreglados entre familias ricas se volvieron realidad frente a sus ojos.
—Señora, disculpe, nunca la había visto antes.
—No hay problema. ¿Ahora puedo subir directo a ver a Luis?
—Señora, la acompaño.
Sara rechazó amablemente.
—No hace falta, sigue trabajando. Yo subo sola a buscar a Luis.
Después de decir eso, Sara tomó el termo y entró al elevador. En poco tiempo llegó al piso dieciséis, ahí estaba el área ejecutiva y también la oficina de Luis como presidente.
Sara caminó por la alfombra y enseguida llegó a la puerta de la oficina principal. Se arregló un poco la ropa, puso su sonrisa más dulce, abrió la puerta y entró.
—Amor, mira lo que te traje, ¡comida hecha con cariño!
Sara habló con una voz intencionalmente dulce y empalagosa, sabía que a los hombres les gustaba eso.
Al segundo siguiente, se quedó congelada en su sitio. Había pensado en cómo reaccionaría Luis al verla llegar, pero nunca imaginó que habría tanta gente e