Pero la proximidad de un aura extraña puso a Nicolás inmediatamente alerta. Abrió los ojos:
—¿Qué haces?
Nicolás giró la cabeza y vio a Margot detrás de él:
—¿Eres tú?
El apuesto rostro de Nicolás se enfrió instantáneamente, lleno de disgusto.
Margot miró a Nicolás:
—Señor Duque, soy yo, soy Margot.
Nicolás preguntó:
—¿Cómo llegaste aquí?
Luego se rio fríamente:
—¿No me digas que sabías que estaba aquí y me seguiste?
Margot curvó los labios:
—Señor Duque, así es, te seguí hasta aquí.
El apuesto rostro de Nicolás se volvió frío como el hielo:
—Habla, ¿qué es lo que quieres exactamente?
Margot sonrió seductoramente y caminando en tacones altos se acercó frente a Nicolás:
—Señor Duque, no tengo otras intenciones. Solo veo que le duele la cabeza, así que quería ayudarlo con un masaje.
Nicolás rechazó:
—No es necesario, puedes irte.
Margot no se fue:
—Señor Duque, usted sabe que Daniela y yo somos buenas amigas. Sé que Daniela está embarazada ahora y no puede atenderlo bien. Como buena amig