La derrota en la conferencia de prensa fue total y absoluta para ellas.
—Hija, perdóname. —Se apresuró a decir Catalina. —Tu madre te malinterpretó. Déjame explicarte, yo no sabía nada...
Valentina la miró fijamente. —¿De verdad no sabías nada?
Al tiempo, se acercaron algunos policías a Catalina. —Señora, usted ocultó y protegió a un fugitivo. Tenemos motivos para sospechar que es su cómplice. Deberá acompañarnos para ser interrogada.
Dos oficiales la sujetaron mientras sentía que su cabeza daba vueltas, recordando que sí le había dado refugio cuando escapó.
Miró a Valentina atónita. —¿Fuiste tú?
Ella había hecho que Fernando liberara a Gonzalo, sabiendo que iría directamente a los Méndez.
—No entiendo de qué hablas. —Respondió con inocencia y una leve sonrisa. —No necesitas explicarme nada a mí, mamá. Explícaselo a la justicia.
—¡Tú...!
Gonzalo gritó desesperado mientras lo arrastraban. —¡No quiero volver a prisión! ¡Señora Méndez, sálveme, por favor!
Todas las miradas se dirigieron a