Las pestañas de Daniela se agitaron levemente. En realidad, ella confiaba plenamente en Nicolás, pues de otro modo jamás se habría arriesgado a traer a Margot a casa. Aun así, al ver el estado deplorable en que se encontraba Margot, se quedó momentáneamente desconcertada. Era evidente que esta vez Nicolás estaba verdaderamente enfurecido.
Daniela no sentía compasión alguna por Margot. Esto era probablemente el castigo merecido que toda mujer que interfiere en matrimonios ajenos debía enfrentar. Sin embargo, Daniela necesitaba seguir fingiendo, pues quería descubrir exactamente quién era Margot y cuáles eran sus verdaderas intenciones.
Daniela simuló estar conmocionada.
—¡Dios mío, Margot!
Daniela se apresuró hacia ella.
—Margot, ¿qué fue lo que te ocurrió?
Margot se llevó la mano a la sangre que cubría su rostro, el dolor era tan intenso que la mareaba. Ya no tenía energía para pensamientos románticos.
—Daniela, el señor Duque me atacó.
Daniela dirigió su mirada hacia Nicolás.
—Nicolás