—¡Nicolás, sálvame! ¡Nicolás, salva al bebé! ¡Nicolás!
Daniela ahora solo podía gritar el nombre de Nicolás una y otra vez. Anhelaba que Nicolás viniera a salvar al bebé.
Nicolás aún no sabía de la existencia del bebé. ¿Acaso el bebé se iría así?
Lágrimas ardientes cayeron, Daniela tenía la vista nublada.
Mauro y Jessica se quedaron a un lado observando. Los dos se miraron y sonrieron.
¡Nicolás no vendría!
...
Nicolás regresó a su oficina presidencial. Acababa de terminar sus ocupaciones y ahora estaba sentado en su silla de oficina.
Sacó su teléfono y marcó el número de Daniela.
Quería invitar a Daniela a cenar.
Pero la melodiosa tonada del teléfono sonó una y otra vez, y nadie contestó.
¿Por qué Daniela no contestaba el teléfono?
Nicolás frunció el ceño.
Danilo entró: —Presidente, ¿Daniela no contestó el teléfono?
Nicolás volvió a marcar. ¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué no contestaba su llamada?
Seguía sin contestar nadie.
Danilo: —Presidente, ¿será que Daniela fue a ver a la doctora