Las pupilas de Daniela se contrajeron de shock. ¡La había besado a la fuerza!
Daniela levantó ambas manos contra su pecho musculoso y lo empujó.
—Señor Duque, ¿qué diablos quiere hacer? ¿No le basta con acompañar a Jessica en la mañana y a Ana en la noche? ¿Ahora también quiere incluirme a mí?
Nicolás sonrió fríamente.
—Te doy todo mi tiempo en la cama, ¿qué te parece?
El rostro de Daniela se encendió como fuego. Levantó la mano para abofetearlo.
Pero Nicolás le agarró la delicada muñeca, impidiéndole golpearlo.
—Señorita Paredes, una bofetada, una vez. ¿Puedes hacerlo?
Daniela se asustó y trató de retirar la mano.
—¡Nicolás, no me trates así!
Nicolás la jaló hacia sus brazos, tomó su rostro entre sus manos y la besó inclinando la cabeza.
Su aroma masculino limpio y fresco la envolvió completamente. Daniela sintió que él le abría los dientes, explorando dominante en su interior, enredando su lengua con la de ella, sin dejarla rechazarlo.
Daniela no podía resistirse en absoluto. En cada