El subordinado respondió nervioso y tartamudeando:
— Mauro, hemos hecho todo lo posible, pero la compañía de taxis no tiene información sobre este conductor. Sus datos están completamente en blanco.
Con toda la influencia que tenía Mauro, era increíble que no pudiera encontrar a este taxista.
— ¡Inútiles! —rugió Mauro.
Colgó el teléfono.
En su mente volvió a aparecer el hermoso rostro de Daniela y la imagen de su cuerpo moviéndose seductoramente en la pista de baile. Sintió calor por todo el cuerpo; cuanto más inalcanzable parecía ella, más la deseaba. Daniela había logrado que su sangre hirviera.
Mauro tomó su teléfono y marcó otro número.
La llamada se conectó rápidamente y escuchó la voz de su madre:
— Hola, Mauro.
— Mamá, invita a la familia de Daniela a cenar mañana. Nuestras familias ya tienen un acuerdo matrimonial. Mañana podemos sentarnos todos juntos y hablar sobre mi boda con Daniela.
— Mauro, parece que ellos no tienen intención de casar a Daniela contigo.
— ¡Quiero casarme