—Solo sabes regañarme todo el día... ¿Qué tiene de malo que me maquille? ¿Qué tiene de malo que me pinte los labios? Luciana se maquilla todos los días y nunca le dices nada... Si fuera ella la que hubiese sido secuestrada, seguro la abrazarías y la consolarías, la llamarías 'mi amor'... ¿Por qué me odias tanto?
Ella lloraba desconsoladamente, sus hombros estaban temblando, tenía los ojos y la nariz enrojecidos. Y como si estuviera hecha de agua, las lágrimas caían como si fuera una cascada.
Mateo cambió de expresión y se arrodilló junto a ella:
—No llores más.
Raramente la había visto llorar. Solo una vez, mientras dormía, cuando lloraba llamando a su madre. Esta era la segunda vez y, esta vez, él era el causante. No soportaba verla llorar.
Extendió una mano para limpiarle las lágrimas:
—Luciana se maquilla y se pinta los labios, pero tú eres diferente...
Su belleza natural era tal que el maquillaje solo la hacía más llamativa, especialmente con los labios pintados de rojo, como si f