Todo el recinto en donde se llevaba a cabo la conferencia hervía de indignación, con todos arremetiendo contra Valentina.
Mateo la observaba con mirada penetrante. Se lo merecía por imprudente. ¿Acaso no sabía que se estaba metiendo en la boca del lobo?
—¡Mierda! —Masculló Luis, dispuesto a protegerla.
Pero alguien se le adelantó: Mateo ya se estaba moviendo.
Luis suspiró, frustrado. “Mateo, ¿dónde está tu consideración? ¿Por qué eres tan inoportuno?” —Pensó.
Sin embargo, el caos dio paso al silencio cuando Valentina levantó sus ojos y recorrió la sala con calma, emitía una presencia poderosa que callaba a todos a su paso.
Mateo se detuvo. Nunca la había visto así.
Todos la observaban asombrados. ¿De dónde salía esa presencia tan imponente que inspiraba temor?
Ella terminó su recorrido visual y fijó su mirada en Gonzalo. —¿Creíste que vine sola?
Él se sobresaltó. —¿Qué quieres decir?
Entonces, Camila habló. —¡Ahí está! ¡Es él!
Al voltear, todos vieron entrar a un grupo de policías que