Después del tiroteo, el maldito Vladimir ingresó a la casa con Yoli y no pude hacer nada. Hubo bajas considerables de ambos lados y por un momento pensé que lastimarían a mi Pecosa ¿Ahora es mía? ¡Mierda!
— ¡Dyron! Vamos a curarte esa herida - estoy tan furioso que ni siquiera siento el ardor común del impacto.
— ¡Hay que sacarla de alli! Y rápido porque ese desgraciado va a hacerle daño - ladré a los hombres que tenía a los lados.
— ¡Tranquilo jefe la sacaremos de allí y a ese malnacido también! Aunque sea en pedazos - me grita Dick. Confío en él pero quiero sacarla yo y matarlo con mis propias manos.
— ¡Harold repórtate! ¡Maldita sea! ¿Dónde estás? - grité desesperado porque no me contesta.
&nbs