Diez meses después...
El cuerpo de la chica se estremece de dolor bajo el azote del látigo, su piel color caramelo me incita a lastimarla ya que deseea complacerme. Su cabeza gacha y actitud sumisa ante mi presencia aumenta mi deseo por causarle dolor y placer a lavez.
— ¡Si lloras y suplicas te dejaré! ¿qué dices nena? - le susurro al oído sus opciones y le doy un minuto para que las sopese.
— ¡No, quiero que duela para obtener la recompensa! - me susurra con un dejo de rebeldía balo la bruma de su excitación, la humedad en su entrepierna a nivel de los muslos provoca en mí la necesidad de recompensarla por su obediencia.
La tomo del cuello e inclino su rostro hacia atrás para invadir su boca con la lengua, sus ojos entrecerrados deleitan y hacen aflorar mi sádico interno y golpeo su muslo izquierdo justo en el pliegue donde termina su redondo y duro glúteo, gime y su respiración trabajosa me indic