Capítulo 93
Después de días intensos, repletos de emociones y sorpresas en Hawái, Alexander decidió regalarle a Isadora una tarde sencilla. Estaban en el centro comercial para una sesión de cine solo para ellos dos.
El cine era antiguo y acogedor. Alexander había reservado la sala entera solo para ellos. Habían dos butacas centrales preparadas con palomitas y refresco.
Isadora se emocionó.
—Esto es tan... tú —dijo ella, con una sonrisa encantada.
—Y tú te mereces cada detalle —respondió él, acercando la butaca contigua para que ella se sentara.
La película comenzó. No importaba mucho cuál era la trama, el calor de las manos entrelazadas, las sonrisas intercambiadas y los besos robados entre una escena y otra bastaban.
En un momento dado, Isadora apoyó la cabeza en su hombro y suspiró:
—Me siento completa aquí... contigo.
Alexander besó la coronilla de su cabeza.
Cuando la película terminó, salieron de la mano, riendo y comentando las escenas divertidas, como dos adolescentes enamorado