Capítulo 42
La bandeja fue dejada con cuidado sobre la cama. La gobernanta, seria y callada, hizo sólo un leve gesto con la cabeza antes de salir, sin decir una palabra.
Isadora comió despacio, apreciando cada bocado. El estómago ya no estaba revuelto como antes, y la comida caliente traía un cierto consuelo. Terminó la mitad del plato, bebió el jugo de frutas y empujó suavemente la bandeja hacia el rincón de la cama.
Poco tiempo después, la gobernanta volvió y retiró todo en silencio. Ninguna mirada, ninguna palabra. Sólo se fue, dejando atrás el sonido de la puerta cerrándose.
Isadora acomodó las almohadas en su espalda y se recostó mejor, abrazándose a sí misma por un instante. La mano se deslizó instintivamente hasta el vientre aún discreto. Cerró los ojos por un momento, intentando sentir algo… cualquier señal.
—Eres tan pequeño aún… —susurró, abriendo los ojos—. Pero ya llenas un espacio enorme aquí dentro.
Silencio.
Acarició su vientre con movimientos circulares, delicados.
—Nu