Capítulo 40
Alexander salió de la habitación y fue directo a la suya. Tomó su celular, caminó de un lado a otro en el ambiente silencioso, y marcó el número que ya sabía de memoria. Cuando el abogado contestó, su voz fue firme y decidida:
— Quiero que inicie el proceso de anulación del matrimonio de mi hijo. Sin escándalos. Discreción absoluta.
Al otro lado de la línea, hubo un breve silencio.
— Sí, señor. ¿Puedo preguntar el motivo legal que pretende alegar?
Alexander miró por la ventana, los ojos duros.
— Fraude. Alega que el matrimonio se firmó bajo intereses ocultos, aprovechamiento emocional y evidente inmadurez de ambas partes.
— Entendido. Iniciaré los trámites de inmediato.
Alexander terminó la llamada y dejó el celular sobre la mesita de noche. Luego se pasó las manos por el rostro, respirando hondo. El peso de la responsabilidad siempre había estado sobre sus hombros, pero ahora, sentía que algo mucho mayor estaba en juego. Quizás un bebé. Quizás un nuevo comienzo, para amba