Perspectiva de Arielle
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No sé cuántas copas llevo encima. Quizá tres. O cinco. Tal vez una sola, pero estoy segura de que mis mejillas están coloradas y no puedo atribuirlo al licor.
Sino a su presencia, que me inunda como si fuera un veneno lento y delicioso. Mientras siento el calor expandiéndose por todo mi cuerpo al tiempo que Cassian me está mirando. Otra vez.
Sus ojos oscuros me perforan, me desnudan sin necesidad de tocarme. Son como manos invisibles que recorren mi piel, que la acarician con ese deseo sofocado que no necesita palabras. Haciendo que me sienta sensual, deseada. Viva. Como si el mundo, con sus reglas y obligaciones, se deshiciera cuando él está cerca.
Levanto mi copa, y aunque debería brindar por el éxito de la empresa, por el avance tecnológico que revoluciona el mercado… solo puedo brindar por nosotros. Por eso que somos cuando nadie nos ve. Por eso que me atraviesa el vientre y me tiembla entre las piernas cuando recuerdo sus labios bajando por mi escote en la