Capítulo 620
—Maldito cabrón, hijo de puta, realmente te crees muy valiente, ¿eh? ¿Estás cansado de vivir?

—¿Crees que no te mataré hoy mismo?

Al oír esto, Federico, furioso, también se acercó y pateó violentamente a Anacleto varias veces.

—¡Qué abusivo! ¿De quién es este hijo? Tiene vida pero no educación, ¡no tiene modales en absoluto!

—¡Si realmente te atreves a hacerle algo a mi Larisa, no te dejaremos en paz!

Liliana escupió en la cara de Anacleto.

Y ni hablar de Larisa.

Estaba tan enojada que apretaba los dientes, con lágrimas temblando en sus ojos.

Faustino tampoco esperaba que, después de la paliza, Anacleto seguiría sin arrepentirse.

Y por su actitud, ¡realmente parecía dispuesto a hacerle daño a Larisa!

Faustino no podía estar en la escuela cuidando a Larisa todos los días.

Su mirada se volvió fría y tomó una decisión.

De una patada volteó a Anacleto, dejándolo boca arriba en el suelo, sacó unas agujas de acupuntura que llevaba consigo y las clavó en un punto de presión cerca de la vejiga
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