En poco tiempo, llegaron a los pies de una hermosa montaña. Tacio detuvo el coche y les dijo a los dos pasajeros de atrás:
—Daniela, maestro Faustino, hemos llegado. Pero la montaña es muy empinada, el coche no puede subir. Tendremos que usar el teleférico y caminar un poco. Les pido disculpas por las molestias.
Daniela hizo un gesto despreocupado.
—No importa. No soy ninguna señorita delicada. Un poco de camino no me va a afectar.
...Un rato después...
Faustino y los demás subieron en teleférico, caminaron un trecho y finalmente llegaron a una mina de jade situada en el corazón de las montañas. A lo lejos, se veían imponentes montañas unidas entre sí, cubiertas de exuberante vegetación. El aire era fresco y puro, el paisaje era hermoso, un lugar con excelente feng shui.
En el valle, varios trabajadores con maquinaria pesada extraían jade de la mina, y de vez en cuando se escuchaban fuertes explosiones de dinamita. El suelo temblaba con cada explosión. Había numerosos túneles exc