Esperar a que el efecto de la droga desapareciera era crucial; de lo contrario, las consecuencias serían graves.
—Quédate quieta, espera un poco.
—¡No!... ¡Qué fastidio! Siempre me molestas. ¿No ves lo apurada que estoy?
—¡Qué fastidio! Ni siquiera me satisfaces, ¡no lo soporto más!...
—Si no me crees, mira...
Daniela intentó mostrarle algo a Faustino.
—Mmm...
Faustino casi se pellizcaba el muslo hasta dejarlo morado para contenerse.
Con el tiempo, el efecto de la droga comenzó a desaparecer. Daniela dejó de decir cosas provocativas. Se volvió un poco confusa, mirando el techo con ojos inexpresivos. Después de un rato, finalmente recuperó la conciencia. Sentía su cuerpo adolorido y dolorido, como si hubiera sido atropellada por innumerables trenes. Se sentía débil e impotente, como si muchos hombres la hubieran usado…
Los hermosos ojos de Daniela volvieron a la claridad. Al ver la situación, se horrorizó.
—¡Ah!
Estaba completamente desnuda en la cama, cubierta de sudor. Las