Capítulo 497
¿Será que ese maldito Dante quiere vengarse de mí?

Faustino se vistió con una agilidad impresionante y, en un abrir y cerrar de ojos, se colocó detrás de la puerta. Allí se quedó, agazapado y esperando en silencio.

Quienquiera que fuera el que venía a mitad de la noche, seguro que no traía buenas intenciones.

En apenas uno o dos minutos, la cerradura de la puerta fue forzada. Cuatro hombres con los rostros cubiertos con paños negros empujaron la puerta lentamente y en completo silencio. Llevaban en sus manos cuchillos de más de un pie de largo y avanzaban con sigilo, paso a paso.

Faustino lo vio todo con sus propios ojos y su mirada se enfrió al instante.

Gracias a la alfombra extremadamente suave que cubría el suelo de la suite presidencial, los intrusos no hicieron el menor ruido. Sin embargo, los cuatro hombres parecían estar algo nerviosos.

A tientas, se acercaron lentamente a la cama de Faustino. Con los cuchillos, levantaron las sábanas, pero no encontraron a Faustino allí.
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