Con la nariz en alto, Dante subió arrogantemente al avión. Al momento de abordar, volteó la cabeza y miró a Faustino con profundo desprecio.
Un sentimiento de intenso disgusto hacia Faustino creció en su interior. Pensó para sí mismo: "Solo es un idiota que no sabe lo que le conviene y se atreve a faltarle el respeto a este joven maestro. Hmph, ¡ya ajustaremos cuentas después!"
—Señor López, subamos al avión —dijo Daniela.
Faustino observó a Daniela, quien claramente estaba irritada pero no podía expresarlo. Comprendió que Dante debía tener una posición realmente importante, tanto que ni siquiera Daniela se atrevía a ofenderlo. Aun así, pensó que las cuentas debían ajustarse cuando fuera necesario, sin importar quién fuera.
—Vamos.
A invitación de Daniela, Faustino también abordó la primera clase del avión. La aeronave se elevó suavemente, dirigiéndose hacia las montañas del sur. Una azafata con falda corta y maquillaje impecable sirvió té y bebidas.
Era la primera vez que Faustino via