Capítulo 423
Los guardias de seguridad se volvieron violentos, pero Faustino solo sonrió fríamente:

—¿Dinero? Tengo de sobra, y hoy voy a entrar aquí sí o sí.

Al ver que Faustino insistía en entrar, los dos guardias se enfurecieron.

Estos tipos no eran gente común, todos eran matones reclutados por Pablo, incluyendo criminales violentos con múltiples condenas.

—Mocoso, no te hagas el listo. ¿Te atreves a causar problemas aquí? Te voy a enseñar quiénes somos.

Dicho esto, los dos guardias lanzaron sus enormes puños hacia la cara de Faustino.

Faustino observó los lentos movimientos de los guardias y un destello frío cruzó sus ojos.

—Creo que ustedes, perros guardianes que miran a todos por encima del hombro, son los que no saben comportarse. ¿Les pica la piel? Pues los complaceré.

Incluso con su buen carácter, Faustino no podía tolerarlo más.

Después de todo, tenían sus puños dirigidos a su cara, y dejarse golpear no era algo que Faustino fuera a permitir.

Como un relámpago, Faustino extendió sus puño
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