Viendo la iniciativa de Lara y su mirada de anhelo urgente, Faustino sintió una oleada de satisfacción.
—También te daré acupuntura.
Faustino, con la boca seca, comenzó a darle a Lara una peculiar sesión de acupuntura. No sabía si era una ilusión, pero sentía que las necesidades de Lara eran cada vez mayores últimamente; quizás fuera un principio similar al de la agricultura: con una buena azada y abundante riego, la tierra se vuelve más fértil.
—Faustino, masajea a Rosalba.
Rosalba habló mientras Faustino y Lara estaban absortos en la acupuntura.
—Rosalba, no te preocupes. ¡Una por una!
Con dos grandes bellezas, Faustino se sintió abrumado. En ese momento, deseaba tener más manos, o incluso la habilidad de dividirse para poder complacerlas a ambas por igual. Además, la cama de la casa era demasiado pequeña, y muchas de las técnicas que Faustino tenía en mente eran imposibles de ejecutar.
Faustino no pudo evitar pensar en los tres millones de dólares de Susie. Ya había tomado una d