Dos años atrás
Dante
Dayana había sacado muchas de sus cosas que tenía por gusto. Trajo una colección de ocho gorros de diferentes colores, en especial le gustaba uno, pero ese lo dejó a un lado. En su maleta solo guardó dos de colores neutros, con esos solía dormir para resguardar el frío, era el más infantil. Sacó una bolsa donde tenía muchos accesorios femeninos y vanidosos.
Sacó lo de su aseo personal necesario: toallas higiénicas, pasta dental, jabón y desodorante. Su perfume lo tomó en la mano, pero luego lo dejó. Mientras yo guardaba lo indispensable para mí, era casi lo mismo que había traído. Fui el único de mis hermanos en traer menos ropa. Suelo vestir con jean y camisetas; ya sea blanca, negra o gris.
A mi madre le encanta hacernos las maletas. Pero conmigo ella solo la acomoda. Porque siempre le dejaba lo que debía guardar. Traje lo necesario. No como Enrique, él era más pantallero como le suele decir papá. Volví a mirar a Dayana, había sacado muchos artículos.
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