La conversación con Sara, finalmente, ha dejado a Dominic Sinclair, un poco más tranquilo, un poco más relajado de lo que podría haber deseado que él estaría. Parece que ahora sí, las cosas entre ambos se han arreglado como él esperaba que así hubiera sido, pues la verdad es que por una mala confusión de amores, él no hubiera querido desear tener a Sara de enemiga dentro de la manada, y más para cuando él, pronto, iba a ser el alfa. Finalmente, Dominic ha conseguido regresar a su habitación luego de haberse despedido de Sara con un delicado y pequeño abrazo. Sara se había regresado a su habitación, no sin antes, haberse quedado viendo a Dominic marcharse a su habitación sin que este se hubiera dado cuenta; ella le miró fijamente, sintiéndose atraída por él, mirando fijamente como se meneaba el trasero de aquel hombre alejándose poco a poco de su vista. Luego de haberse asegurado de que Dominic se había metido dentro de su habitación, Sara volvió a refugiarse dentro de la de ella,
A la mañana siguiente, el reloj despertador del celular de Anastasia comenzó a sonar alrededor de las cinco y cincuenta y tres de la mañana. Era demasiado temprano, pero Anastasia debía de hacer mil y una cosas para organizarse y marcharse a su oficina antes de que llegara tarde y perdiera tiempo valioso de minutos de trabajo. Ella se sentía fatal, por un instante, ella creyó estar enferma, ella había dudado de si la comida que había cenado con Dominic en el restaurante había sido la culpable de toda una noche entera de desvelo porque ella se la ha permanecido vomitando en el baño. De hecho, por aquella mañana, Anastasia no había despertado en su cama, envuelta en el delicioso calor de su cobija y durmiendo plácidamente en su cómoda cama. Ella había amanecido en ese día estando sentada en el suelo de su baño, con la cabeza recostada en el borde del sanitario porque se sentía tan mal que no tuvo más aliento de querer volver a irse a su cama para seguir durmiendo allí, y tener que
Para Anastasia, el tiempo parece haberse congelado mientras que ella yacía inmóvil en la cama, retorciéndose del dolor y preocupándose por la salud de su hijo, que en ese momento nada más era una pequeña semilla desarrollándose en su interior. Ella sentía como las punzadas en su estómago se hacían cada vez más fuertes. Anastasia se había aguantado, pero no había resistido las ganas que tuvo en ese instante de querer llorar, de tan solo pensar en el bienestar de su hijo. Cada segundo y cada minuto que pasaba, era para ella una eternidad, y solo ansiaba con inmensas ganas de que la ambulancia pronto llegara. Al poco tiempo de haber estado esperando, la ambulancia finalmente apareció, por suerte, Anastasia pudo hacer lo mejor que pudo para acercarse hasta la puerta y abrir a los paramédicos para que la atendieran. Fue tanto el esfuerzo que ella hizo que cuando llegó a la puerta y vio a los paramédicos, su cuerpo quiso desplomarse hacia el suelo, pero uno de los paramédicos fue vel
— ¿Sara? ¿Estás despierta? — ha preguntado Dominic a Sara, viendo que ella estaba acostada del otro lado de la cama, dándole la espalda a él. Sara seguía profundamente dormida, ella no quería levantarse de la cama, pero Dominic sí, pues él estaba sintiéndose demasiado raro con toda esta situación. ¿Habrá sido los efectos del alcohol de la noche anterior? Aunque, a decir verdad, Dominic se había sentido muy bien la noche anterior como para no recordar nada de lo que había sucedido; él sabía que había tomado más de una copa de un trago, pero aquello no había sido una excusa como para que él hubiera hecho lo que hizo con Sara inconscientemente. Por tanto, su noche de sexo ardiente, había sido producto consciente tanto de él como de Sara, ella había encontrado la manera saber cómo excitar a Dominic, y aquello era un atributo de mujeres que nadie conseguía hacer. — ¿Sara? ¡Despierta! — insistió Dominic. — ¿Mm? — murmuró Sara entre dientes. — Sara, despierta, ¿Qué carajos fue lo
Sara se ha quedado perpleja al haber escuchado las últimas palabras decisivas de Dominic salir de su boca. De hecho, hasta haber dicho esto último, había provocado que ella dejara de caminar alrededor de la habitación, así como lo ha hecho desde un principio. La mirada pícara de su cara se transformó a una mirada sería. — ¿Cómo? ¿De qué m****a estás hablando? ¿Es en serio, Dominic? ¿Vas a vetarme de la manada solo por una noche de pasión? Dominic pretendía querer mantenerse firme ante su decisión, y es que aunque él aún no era el alfa de su manada, de rodas maneras, ya estaba siendo completamente autorizado para querer tomar estas decisiones cuando fueran estrictamente necesarias de hacer. Su decisión estaba tomando un giro muy inesperado. — Sara, lo lamento, esto no debería haber sucedido, pero estamos afrontando las consecuencias de haber faltado al respeto de nuestra barrera de límite frente a nuestra relación. Hemos traicionado a nuestra palabra, y tú bien sabes que esto es al
Dominic se encontraba realmente en su sentido más estupefacto de la vida. Aquel bebé que él tiene cargado en sus brazos, aún envuelto en la placenta de su madre, este emitía un llanto desgarrador ante los oídos de hombre lobo de Dominic, sin embargo, a este no le importó porque sabía que aquel llanto de ese bebé no era solamente porque sí, simplemente, ese llanto era el anuncio de una nueva vida de un nuevo ser. Esta escena para Dominic se sentía tan real, que él llegó a pensar que no se iba a tratar de un sueño. Pronto, una voz suave y serena ha resonado en el interior de la habitación, esta se escuchó desde su espalda, y él se dio la vuelta para saber de dónde provenía aquella voz femenina y suave que él estaba escuchando, al darse la vuelta, Dominic se ha dado cuenta de que era Anastasia, la mujer que él conoció en aquel restaurante italiano no solo por casualidad de la vida sino por intención propia de él. Anastasia se encontraba acostada en una camilla de hospital, con las p
Dominic yacía enredado en una sábana de emociones cuando, de repente, la oscuridad le rodeó. Un vacío se apoderó de la habitación del hospital, sumiéndolo en un torbellino de emociones desconcertantes. De la nada, Dominic ha sentido como si alguien le hubiera jalado de la bata de hospital que llevaba puesta encima, y de repente, todo a su alrededor, se desvaneció, tornándose negro. Era un sueño, todo lo que se ha proyectado ante sus ojos había desaparecido de su vida para siempre. Con un sobresalto, Dominic ha despertado. La luz ardiente de un caluroso atardecer se ha filtrado por la ventana de su habitación. Dominic se incorporó en la cama, aturdido por la transición abrupta que hubo entre el sueño y la realidad. Él sintió como el sudor se paseaba por su frente, y el corazón le latía con mucha fuerza en su pecho, como si dentro de cualquier instante, este quisiera explotar como una bomba en su interior. Todo lo que Dominic ha vivido con Anastasia en el nacimiento de su hijo,
Anastasia ha sonreído otra vez con timidez, ella está agradecida por el cumplido mientras que sacaba de la alacena, un par de platos en los que servir la pizza tanto para ella como para Dominic. El aroma de la pizza recién horneada era tentador y este se apoderó de cada rincón de la sala. — Gracias. ¿Te gustaría algo de beber? — ofreció Anastasia, intentando disimular el nerviosismo que aún la dejaba intrigada por la visita inesperada. Dominic asintió, permaneció de pie todo ese tiempo, acompañando a Anastasia en la barra de la cocina mientras que ella servía la comida. Anastasia sirvió la pizza en los platos, los llevó hasta el comedor, luego regresó a la cocina, y sirvió un poco de jugo de naranja frío que sacó de la nevera en dos vasos, ella bebió un pequeño sorbo de jugo de uno de los vasos, y le entregó a Dominic el otro para que él lo recibiera. — Ven, acompáñame a cenar en el comedor — ofreció Anastasia a Dominic mientras que ella volvía a darle la vuelta a la barra de la