18. La Noche del Destino
El día finalmente llegó, un día en que todos aquellos que confiaban en sus proyectos y habilidades acudieron al palacio con la esperanza de asegurar su futuro. La entrada, con su imponente fachada antigua, había sido transformada por la meticulosa mano de Zulema Mequillam. La concubina del rey había esmerado en decorar el lugar de una manera sofisticada y moderna, logrando un equilibrio perfecto entre lo clásico y lo contemporáneo. La atención al detalle era evidente en cada rincón, desde los arcos adornados con flores frescas hasta las lámparas de cristal que reflejaban la luz en un espectáculo de colores.
Los invitados y los inversores quedaron maravillados ante el despliegue de elegancia. Zulema, con su porte majestuoso, se encargaba de recibir personalmente las tarjetas de aquellos que ya estaban en la lista de invitados, asegurándose de que todo estuviera bajo control. Nada parecía quedar al azar. Cada asistente era consciente de lo que estaba en juego, no solo el prestigio, sino