Jazmín se cubrió el pecho con las manos, con una expresión que la delataba completamente:
—No, no estaba viendo nada.
Theo no la molestó más, metió la mano bajo las sábanas y le masajeó las piernas:
—Hoy vamos a ver la exposición de esculturas de hielo, las obras de este año son bastante interesantes.
Mientras no tuviera que esquiar, Jazmín estaba completamente a favor, sus ojos brillaron:
—Entonces sal, voy a cambiarme de ropa.
En pleno romance, no necesitaba moverse por sí misma.
Theo la cargó directamente al vestidor, la sostuvo con un brazo y con el otro le eligió ropa: un abrigo largo de plumas blanco, y le añadió una bufanda de cachemira, suave y cómoda. La joven asomó la cara desde la bufanda:
—Theo, casi no puedo ver.
Theo rió suavemente, tomó su rostro con ambas manos y le dio un beso.
—Ve a lavarte, yo arreglo la cama.
La joven se sonrojó de repente.
Theo la observó con admiración, salió y con buen humor se puso a arreglar la cama.
Cuando ella salió, desayunaron juntos afuera