Temprano en la mañana, cuando Jazmín despertó, se le vino el mundo encima.
¿Cómo era posible, cómo era posible que hubiera dormido en la misma cama con Theo? La joven se sentó en la cama con el cabello largo completamente despeinado, con una expresión de total desconcierto que realmente era adorable.
Theo estaba acostado boca arriba en la cama, con una mano bajo la cabeza, su camisa y pantalones perfectamente ordenados.
—¿Theo?
La voz de la joven tenía un toque quebradizo, no se atrevía a hacer las preguntas que seguían.
Theo extendió la mano, muy gentilmente apartó los mechones de cabello de su rostro, con voz divertida:
—¿Tienes miedo de no poder casarte? Si no puedes casarte, quédate en casa como solterona, yo te mantendré.
Jazmín se sentó a su lado, con aire dolido, como si fuera a llorar pero sin llorar.
Los ojos de Theo mostraban ternura: Lucas y Susana tenían temperamentos tan explosivos, ¿cómo habían criado a una lloroncita? Pero a él le gustaba mucho, sentir su cuerpecito en s