En la sala de reuniones, Damián presidía la junta matutina cuando Milena entró con un teléfono en la mano.
Damián la miró sorprendido y tomó el teléfono.
Del otro lado se escuchaba la voz de la empleada doméstica:
—Señor, la señora está enferma, tiene fiebre de 39 grados. Temo que no pueda resistirlo.
Aunque la empleada exageraba, su preocupación era genuina.
Justo cuando Damián iba a hablar, notó que los ejecutivos de la sala lo observaban. Sonrió ligeramente:
—Aitana está enferma y me llamó para hacerse la mimada, pidiéndome que regrese temprano.
Los ejecutivos mostraron incredulidad.
Si no fuera porque la pareja había estado peleando furiosamente hace poco, realmente lo habrían creído.
Después de presumir su amor conyugal, Damián instruyó en voz baja a la empleada que cuidara bien de Aitana, diciendo que regresaría temprano a casa, mostrando en cada palabra la consideración propia de un esposo.
Terminada la llamada, Damián continuó con la reunión.
El primer anuncio fue la remoción d