Capítulo 450
Susana se quedó petrificada por un momento, y luego entendió.

Álvaro se había ido.

Apretó esa mano que gradualmente se enfriaba, pegó su mejilla firmemente contra su pecho, las lágrimas cayeron silenciosamente. Cuánto deseaba sentir una vez más su temperatura corporal, sus latidos, el sonido de su voz, su manera de sonreír.

Ayer, el atardecer del crepúsculo, resultó ser la última vez.

El ajedrez de anoche, también había sido la última partida.

Si hubiera sabido, le habría cortado una porción de fruta, le habría dado una sonrisa más.

Si hubiera sabido, habría llamado a Theo y Carla para acompañarlo más, para que en el calor restante de su vida no estuviera tan solo...

Susana pegada al pecho de su esposo, preguntó muy suavemente:

—Álvaro, ¿aún estás aquí? ¿Dónde estás ahora? ¿Fuiste al cuarto de Theo a verlo, fuiste donde Carla? Seguramente duermen muy dulce, muy dulce.

—Álvaro, ¿sabes que cambiaste mucho?

—Cuando nos comprometimos por primera vez, no eras así para nada.

—En ese entonces
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