Pero hoy, ella tomó la iniciativa de manera sorprendente, sus dedos blancos y delgados se enredaron en el cabello negro del hombre, lo acarició con suavidad, su mirada hacia él era aún más tierna y amorosa. El hombre, después de todo, era un conquistador experimentado, ¿cómo no iba a notar algo extraño?
Álvaro levantó la mirada, con los ojos negros profundos:
—¿Susana?
Susana se acercó para abrazarlo por el cuello, comenzó besándolo desde la barbilla, luego la punta de la nariz, finalmente posándose en sus labios delgados. El hombre se quedó rígido por mucho tiempo, como si estuviera en una batalla interna, pero al final no pudo resistir esa tentación.
La tomó por la nuca, nariz contra nariz, rozándose lentamente, besándose profundamente.
Un beso tras otro, la mujer en realidad se había entregado, pero el hombre no llegó hasta el final.
Jadeando, la miró con ojos negros profundos, al final se ablandó y la satisfizo unilateralmente, dándole sexo oral.
Pero eso no era lo que Susana querí