En el paso peatonal, un pequeño cuerpo se acurrucaba, completamente ensangrentado.
No dejaba de convulsionar.
Jazmín estaba casi inconsciente, confundida, pero recordaba que papá había dicho que la llevaría al parque de diversiones nocturno y que llamaría a mamá.
Pero ahora Jazmín tenía mucho dolor y frío. Papá, ¿puedes venir primero a abrazar a Jazmín?
No, no me dejes con la tía.
...
Alrededor, lentamente se juntó una multitud.
Observaban a esa pobre niña, viéndola acostada en medio de la calle, sin saber de qué familia era, qué padre descuidado habría cruzado el semáforo en rojo con una niña.
El conductor bajó del auto y corrió hacia ella, se agachó para revisar el estado de Jazmín.
La niña seguía convulsionando sin parar, tenía los ojos cerrados y murmuraba entrecortadamente:
—Papá, llama a mamá, Jazmín quiere ir al parque de diversiones, hace mucho... que no voy con papá.
Esa persona no se atrevía a moverla, rápidamente llamó a emergencias y también a la policía de tránsito.
Se que