Momentos después, hojeó algunos documentos para recuperar la compostura y dijo con voz tranquila:
—Dile que entre.
Judy asintió y salió a buscarla.
Aproximadamente dos minutos después, Judy entró acompañada de una joven. Tenía facciones regulares, pero vestía de manera muy sencilla. Se notaba que su padre David y su madrastra, la ex acompañante, no gozaban de una situación económica muy holgada.
Judy dijo suavemente:
—Señorita Paz, aquí está.
Susana levantó la barbilla:
—Sal y cierra la puerta.
Judy se retiró inmediatamente.
En la oficina quedaron solo Susana y la joven. Susana revisó su expediente, lo miró por encima y luego alzó la vista hacia Yolanda, quien con cautela la llamó en voz baja:
—Susana.
—Llámame señorita Paz.
Susana no le dio ninguna consideración especial, le negó directamente esa familiaridad. Cuando volvió a levantar la vista, dijo con frialdad:
—Solo tienes estudios técnicos. Sin importar rencillas personales, no cumples con los requisitos de contratación de mi empr