Aitana miró ese anillo de diamantes, completamente absorta.
La voz de Damián era baja y profunda:
—5.2 quilates, es un diamante perfecto que elegí personalmente, apropiado para uso diario. Aitana, el certificado de matrimonio para nosotros no es tan importante, pero te amo profundamente, quiero dejar una marca en ti, para que donde vayas, todos sepan que eres la esposa de Damián, que aún nos amamos.
Esta era la posesión más tierna.
Aitana aún tenía lágrimas en los ojos, sonrió con lágrimas y dijo suavemente:
—Entonces pónmelo tú.
Damián tomó el anillo de diamantes, con una mano levantó la suya y se lo deslizó suavemente en el dedo anular. El diamante de corte perfecto brillaba bajo la luz, haciendo que el dedo se viera aún más blanco y delgado.
Ambos, sin poder evitarlo, se miraron con ojos llenos de significado.
Damián atrajo a Aitana hacia sus brazos, bajó la cabeza para aspirar profundamente la fragancia de su cabello, murmuró suavemente:
—Por favor cuida de mí el resto de mi vida,