Después, Álvaro llevaba una bata blanca como la nieve, recargado contra la cabecera fumando.
La chica se acurrucaba dócilmente en sus brazos, actuando de la manera más mimosa posible. Al final de cuentas quería que el hombre la mantuviera.
Álvaro bajó la cabeza y con los dedos que sostenían el cigarrillo acarició suavemente su rostro. La chica alzó la cabeza dejando que él hiciera lo que quisiera.
A los hombres les gustan las obedientes.
A Álvaro no le importaba mantener mujeres, pero estaba muy insatisfecho con Susana. Podía darse cuenta de que Susana aún tenía a Lucas en su corazón, lo cual para alguien como Álvaro que había construido su fortuna desde cero era simplemente un insulto. Para humillarla de vuelta, y además porque la chica lo había atendido bien y era bastante pura, Álvaro lo consideró brevemente y aceptó.
En su círculo, mantener una mujer o dos no era gran cosa, además Susana solo sería su segunda esposa.
Álvaro giró la cabeza para apagar el cigarrillo y tuvieron otro e