Pronto se escuchó el toque de la servidumbre en la puerta:
—Señora, la señora llegó con equipaje.
Aitana lo adivinó.
Habló con indiferencia:
—Entendido, bajo enseguida.
Se levantó de los brazos de Damián y dijo suavemente:
—Primero ve a asearte, en un rato desayunaremos.
Lo acompañó a asearse, personalmente le puso pasta en el cepillo de dientes y le torció la toalla.
El hombre tenía barba incipiente azulada, Aitana tomó la rasuradora y cuidadosamente se la quitó, al final lo limpió con una toalla caliente, cuando no había soltado la mano, el hombre la agarró suavemente y dijo en voz baja:
—En realidad no necesitas hacer todo personalmente, podemos dormir en cuartos separados.
Aitana levantó la cabeza:
—¿Te sientes presionado?
Se quedó en silencio por un momento:
—No es presión, solo que me sientes un poco extraño.
Como en la madrugada, él tenía necesidades fisiológicas, pero las reprimió silenciosamente.
Sabía que su esposa era una mujer exitosa, tenía un físico y apariencia de primer