Aitana se sostuvo de la cuna, mirando la dulce expresión dormida de la pequeña, dijo muy bajo:
—Ella y Elia se parecen, se ven como papá, Mateo se parece más a mí.
Después de decir esto, miró a Damián, con lágrimas en los ojos.
La noche se hizo más profunda.
Aitana se bañó, después de su rutina de cuidado facial simple, regresó al dormitorio.
En el cuarto solo había quedado una lámpara de lectura, el hombre vestía camisa y estaba recostado en la cabecera, la cuna mágicamente se había movido al lado de la cama, solo necesitaba extender la mano para poder tocar la cunita.
Aitana se daba cuenta de que le gustaba mucho Esperanza, aunque no lo dijera explícitamente.
Levantó las cobijas y se acostó en el calor de las mantas, adentro hacía calor porque estaba el hombre, puso la cabeza en su cintura y abdomen, no dijo nada, solo se acurrucó en sus brazos.
Hombre y mujer abrazados, cabellos negros entrelazados.
Por más fuerte que fuera Aitana, después de tanto tiempo preocupada, también necesit