Miguel frunció el ceño:
— ¿No puedes tomarte un día para estar con la niña?
Maite respondió con frialdad:
— Hoy tengo un compromiso importante, si consigo este contrato yo...
Miguel miró a su esposa en silencio, como si no la reconociera.
Después de un largo momento, dijo en voz baja:
— Dana necesita a su madre.
Maite respondió automáticamente:
— También necesita a su padre, ¿por qué no renuncias tú y te quedas con ella a tiempo completo? ¿Por qué tengo que ser yo quien sacrifique su carrera?
Miguel no dijo nada más. La pareja se separó en malos términos.
Él cargaba a Dana mientras veía a su esposa subir al auto e irse, observando su apariencia eficiente y competente.
Sabía que Maite siempre había pensado que él no la amaba. Pero, ¿cómo podía no amarla? ¡Estaba esperando a que ella madurara! Su tolerancia, su paciencia... ¿acaso eso no era amor?
Después de un rato, Miguel apoyó su frente contra la de Dana:
— Yo estaré contigo, Dana.
Dana sufría un leve autismo y necesitaba la compañía