Aitana negó suavemente con la cabeza: —Voy al hospital.
Dicho esto, salió de la villa bajo un paraguas negro.
Una vez en el coche, llamó directamente a Damián. Cuando respondió, preguntó con voz ronca: —Damián, ¿dónde está Mateo? ¿Dónde está?
Sin esperar a que Damián hablara,
La voz de Aitana se volvió repentinamente más intensa: —Damián, ¿cuánto tiempo más piensas ocultármelo? ¿Cuántas cosas más me estás escondiendo? Ahora quiero saber dónde está Mateo, ¡quiero saber dónde está mi hijo!
La lluvia otoñal caía suavemente, golpeando delicadamente el parabrisas.
Tin, ton, tin...
Desde el otro lado del teléfono, llegó la voz completamente ronca de Damián: —Hospital San Gabriel.
...
Con el tráfico del fin de semana y semáforos en rojo por doquier,
Aitana llegó al hospital casi a las siete.
Al entrar en el área de pediatría, sintió como si estuviera rodeada de espectros. Esta sensación sombría y aterradora no la había experimentado en años.
La habitación VIP era espaciosa y luminosa.
Mateo d