De pronto, una voz resonó cerca de su oído: —Aitana.
Aitana se volvió para mirar. Era Lucas.
Tras el incidente de años atrás, Lucas había estado en prisión. Cuando salió, Aitana ya estaba en el extranjero.
Calculando bien, llevaban cinco años sin verse.
Lucas se acercó lentamente. Contemplando el rostro de Aitana, aunque mostraba cierto cansancio, seguía siendo encantadoramente dulce, muy diferente de aquella mujer agresiva que recordaba.
Quizás nunca la había detestado realmente; solo odiaba que no lo hubiera elegido a él.
Pero estos pensamientos secretos solo podían permanecer enterrados en su corazón.
Ella había tenido hijos con Damián, destinados a mantener un vínculo de por vida.
La voz de Lucas era baja y profunda: —Ha pasado tanto tiempo y aún no he podido disculparme en persona. Aitana, lamento lo sucedido. En el futuro, si necesitas algo de mí, no dudes en pedirlo.
Los sentimientos de Aitana eran complejos.
Después de un largo momento, dijo con frialdad: —Lucas, no estoy acost