La primera mansión de Palmas Doradas, Residencial Aires del Sur.En el dormitorio principal del segundo piso, un interior italiano en tonos oscuros que revelaba lujo y buen gusto.
La noche era fresca como el agua.
Aitana yacía profundamente dormida sobre sábanas oscuras. La luz lunar se filtraba a través de las cortinas blancas, derramando una claridad etérea, como si cubriera la cama con un delicado vidrio traslúcido.
Damián estaba junto a la ventana de piso.
Su frente estaba vendada con una gasa. El médico familiar había pasado hace poco a atenderlo.
En el patio, se escuchó el ruido de un automóvil.
Pronto, Milena llegó acompañando a Fernando y su esposa. El escándalo debía haber sido lo suficientemente grande como para alertarlos.
Lina, al verlo, se compadeció: — Aitana puede estar molesta, pero no para dejarte así.
Damián restó importancia: — Es solo un pequeño rasguño.
Lina no estaba satisfecha: — Siempre protegiéndola. Esta vez te ha abierto la cabeza, ¿quién sabe qué pasará la pr