Ethan tomó el teléfono y marcó un número. Uno que había jurado no volver a usar.
—Tengo un contacto en la prensa extranjera. No uno cualquiera. Un medio con inmunidad diplomática en este país. Si esto sale desde afuera… no podrá detenerlo tan fácil.
—¿Estás dispuesto a poner a Eirin en el centro del huracán?
—Ella ya está en el ojo de la tormenta. Lo único que puedo hacer ahora… es gritar por ella.
Horas después, en una pequeña sala de grabación improvisada en el refugio, Ethan grabó un mensaje que sería difundido de forma anónima. La cámara solo mostraba su sombra, distorsionada por una luz tenue.
"Este no es un mensaje político. Es personal. Un llamado a las víctimas silenciosas, a los testigos que aún respiran con miedo. Hay un hombre que se ha creído impune durante décadas. Que ha manipulado el sistema judicial, sanitario y financiero. Su nombre es Orestes Manchester. Y su víctima más reciente es su propia esposa. Ella ha sido declarada incapaz por orden ilegal, encerrada, reducid