Capítulo doce
—¿Bajas o te quedas? —desabrocho mi cinturón, tiro de la manigueta de la puerta y esta sube.
¿En qué clase de auto me subió que ni siquiera me di cuenta?
Salgo del puesto procurando que mi falda no deje ver nada y me alejo para ver el auto del pie grande.
Él toma la puerta y la baja dejándome ver ese bonito auto negro que pasaba a un lado de la camioneta en la que iba esta mañana.
Entonces era él.
Muerdo mi labio y doy media vuelta, mis pies se detienen fijo en una sola dirección»—Vienes, Irina—ojos azules sonríe juguetón y tiende su mano.
Toco la yema de sus dedos y mi piel se eriza, bajo la mirada y entrelazo mi mano con la suya, empieza a caminar en dirección a la enorme mansión que parece más un castillo que una casa para personas norma