CAPÍTULO 229. Una promesa.

CAPÍTULO 229

Una promesa

El edificio todavía temblaba una y otra vez. La estructura comenzaba a resquebrajarse en su interior. No eran sacudidas aisladas, era una continua vibración que recorría las vigas, suelos, rompiendo algunas paredes y bases.

El aire estaba denso; el polvo se colgaba como una neblina gris y el olor a metal caliente y a cables chamuscados se pegaba en la garganta.

Julián no escuchaba nada parecido a la calma. Había dejado de oír el mundo cuando vio a Teresa encerrada en ese ascensor y se la llevaron. Algo dentro de su pecho se rompió entonces y ahora, con cada latido, le gritaba una orden clara: encontrar a su hijo.

Corrió con todo lo que podía dar. No era una carrera estratégica. Era la carrera de un hombre que corregía con zancadas cada retraso, cada error que le trajo hasta ese momento. Las manos esposadas delante de él golpeaban al correr; el metal raspaba su piel hasta dejarla roja. La mordaza, le había dejado marcas en los labios.

La sangre ya seca le pes
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