CAPÍTULO 230. Fuego en las venas.
Capítulo 230
Fuego en las venas.
La noche ya no era solo lluvia. Era una cortina humo, ceniza y electricidad que parecía cortarlo todo. Desde el aire la ciudad brillaba como un cuerpo febril; desde el suelo, los corazones se partían a golpes.
En la pista improvisada, bajo una carpa que los técnicos del Ruso habían montado como un cuartel, el avión privado esperaba como una bestia dormida. Sus portones se abrían y cerraban con movimientos calculados. Hombres con auriculares, radios y rostros imperturbables corrían con cajas selladas. El Ruso miraba todo con una expresión de satisfacción en su rostro; para él cada minuto era una cuenta hacia la victoria.
Dentro del avión, la atmósfera era otra. Había una calma prefabricada: vasos, carpetas, tonos de voz medidos. Carlos Herrera entró con la seguridad de quien cree que el mundo le debe algo. Se sentó, dejó caer su abrigo sobre el respaldo y miró los documentos que le entregaron. Sonrió con frialdad cuando escuchó la confirmación del embar