CAPÍTULO 161. La cena de las pequeñas treguas.
Capítulo 161
La cena de las pequeñas treguas.
Julián condujo sin prisas por un camino secundario que atravesaba las colinas bajas y prados húmedos. La lluvia, que había sido insistente durante días, se había rendido a una llovizna tímida que dejaba sobre el parabrisas un blanco que nublaba ligeramente la vista.
No había ruidos a su alrededor ni noticias en la radio; solamente la respiración contenida de Teresa a su lado, el palpitar de su propio pulso y la certeza de que necesitaban, por unas horas, ser algo distinto a víctimas y vigilantes.
—¿Te sientes bien? —preguntó él, preocupado al ver a Teresa tan callada.
—Sí —respondió ella, apoyando la mano sobre el vientre—. Mejor que hace unos días, supongo. El médico dijo que el bebé está bien. Y cuando tú me miras así, me siento aún más fuerte.
Julián apretó la mano que sostenía la suya. No tenía discursos que darle; su promesa ya se manifestaba en el gesto de llevarla a un lugar en el que, al menos por unas horas, pudiera olvidar el rui