CAPÍTULO 16. El inválido debe morir.
Capítulo 16
El inválido debe morir.
El silencio se quebró como un vidrio al resonar la voz de Gabriel desde la penumbra.
—Isabela…
Ella se giró de inmediato, su cuerpo tenso, y en su interior una mezcla amarga de culpa y sorpresa. Diego también lo miró, pero su rostro mantuvo la compostura. Gabriel avanzaba lentamente, impulsando con fuerza su silla de ruedas sobre el asfalto resquebrajado, la mirada fija en Isabela, sin reparar en Diego, como si él fuera apenas un bulto incómodo.
—Me has dicho que volverías antes del amanecer —añadió Gabriel con tono bajo, contenido, pero cada palabra parecía cincelada con rabia. Celos.
Isabela tragó saliva. Sabía que lo que él sentía no era simple desconfianza: era dolor. Gabriel no era de los que admitían emociones fácilmente, pero en su mirada, esa noche, todo era transparente.
—Solo necesitaba verificar que Diego trajera lo que me prometió—respondió ella, sin excusas.
Diego quiso interrumpir, pero Gabriel levantó la mano y habló primero.
—No nece