CAPÍTULO 124. Aguas negras.
Capítulo 124
Aguas negras.
La madrugada respiraba como un animal herido. Húmeda, fría, con la bruma cortando la luz de los faroles del puerto en haces grises. El operativo se movía con la precisión de quien no permite errores. Vehículos sin luces, equipos de asalto enfundados en chalecos y cascos; lanchas rápidas alistadas en el muelle y drones cuyo zumbido apenas comenzaba a romper el silencio. La fiscal Duran iba en la cabecera, con la mirada tensa, los papeles de la orden del juez doblados en la mano. No había lugar para el exceso de esperanza: todo debía ser medido.
En el penthouse, el corazón táctico de la operación, las pantallas proyectaban mapas, cámaras de aislamiento y la transmisión en vivo que Silvio había conseguido rasgar de la red del puerto.
Gabriel, Isabela, Julián y Teresa estaban reunidos alrededor del monitor principal; Diego permanecía un paso atrás, la culpa aún pegada a su sombra. Elena permanecía cerca de Teresa, aferrada a la taza que le temblaba en las manos.