Capitulo 92
|| Punto de vista de Bellona ||
El aire del hospital estaba cargado de dolor, y el peso de la pérdida me oprimía como un sudario asfixiante. En cuanto entré en la habitación, lo sentí en lo más profundo de mi ser: ese tipo de dolor que se instala en lo más profundo y es imposible de sacudir.
Valentina, mi suegra, yacía inmóvil en la cama del hospital, con el rostro inquietantemente tranquilo, como si solo estuviera dormida. Pero no era así. Nunca volvería a despertar.
Se me encogió el pecho y la culpa me arañaba como un animal. Debería haber abandonado esta ciudad. Debería haberla obligado a marcharse. Pero no lo hice. La convencí para que se quedara y le dije que estaría a salvo.
Y ahora se ha ido.
Un sollozo entrecortado rompió el silencio, destrozando el aire como si fuera cristal.
Valeria.
Estaba acurrucada junto a la cama del hospital, aferrándose a la mano sin vida de su abuela como una niña que se niega a soltarla. Su pequeño cuerpo temblaba, con los hombros sacudid