Capítulo 82
|| PUNTO DE VISTA DE BELLONA ||
La sala de espera fuera del quirófano parecía un vacío, silenciosa salvo por el ocasional arrastrar de pies de las enfermeras y el suave pitido de los monitores al final del pasillo. Me senté en el borde de una silla de plástico duro, con las manos apretadas en el regazo y los dedos tan fuertemente entrelazados que me dolían. No conseguía relajarme. Cada segundo se me hacía eterno, alargándose como si el tiempo mismo se burlara de mí.
Las puertas dobles del quirófano permanecían cerradas, y sus ventanas opacas no dejaban entrever lo que ocurría en el interior. Mi mente no dejaba de imaginar los peores escenarios: la reapertura de la herida, complicaciones, la mirada de sombría compasión en el rostro del cirujano cuando saliera para darme la noticia que no quería oír.
«Es fuerte», me susurré a mí misma, un mantra que repetí para contener las lágrimas. «Es fuerte y saldrá adelante. Tiene que hacerlo».
Las puertas finalmente se abrieron y salió